Tras tres años de tratamiento para superar tres tumores en el estómago y acabar con uno que se le estaba formando en el cerebro, Vampiro es feliz en Lucha Underground, aunque siempre tiene presente que, "El wrestling es un negocio perverso. Sexo gay, chantaje, explotación,... todo esto existe en nuestro negocio y nadie se atreve a decirlo".
Hablando siempre sin filtros, algo que le ha causado problemas a lo largo de su carrera, Vampiro es entrevistado por Colt Cabana para repasar una carrera que ha sido como montar en una montaña rusa puesto hasta las cejas. "Admito que he usado esteroides y hormonas de crecimiento". Tras escuchar esto, Cabana bromea con que haya aprendido español para negociar el precio de las drogas en México. Y es que México es pieza central de su carrera, fue donde se entrenó y lo que le lanzó al estrellato. "Cometí un robo para poder pagarme el viaje a México y entrenarme para ser luchador. Allí pude hablar con Antonio Peña, llevaba una chaqueta de Hollywood Vampires, así que me llamó Vampiro".
Con su debut llegó el éxito, un éxito instantáneo que le llevó a una vida de desenfreno en el que las drogas tomaron el control de su día a día. "Tomaba pastillas para dormir, pastillas para levantarme y pastilla para atenuar el dolor. Era un círculo vicioso". Un estilo de vida del que consiguió salir en 1996, viajó a Japón para aprender actitud hacia el wrestling.
Tras recuperarse de una lesión y pasar de nuevo por México, Vampiro llegó a WCW, empresa en la que el problema con las drogas estaba descontrolado. "Era algo brutal. Todo historia contada sobre WCW es cierta. Avisé a los que mandaban de que Bobby Duncum Jr. tenía un problema con las drogas, no hicieron nada. Murió. Moría gente". Vampiro no se muerde la lengua al relacionar la gran cantidad de drogas que había en WCW con México. "Había un montón de luchadores mexicanos en plantilla que rara vez luchaban. Es más que una coincidencia que las pastillas de Soma (también llamada droga de la felicidad) se hiciesen en Tijuana. En WCW no había una cultura de la fiesta, había dependencia de las drogas".
Tras la música, su trabajo con ICP, su etapa como profesor o como entrenador, llegó finalmente Lucha Underground a su vida. "Amo esta empresa. Empezamos desde abajo. Recuerdo que a tres días de empezar ni siquiera teníamos un roster. Tiramos de cualquiera que estuviese disponible en LA. Me pusieron con Matt Striker y enseguido encajamos. Sin límites. Intento aportar a estos chicos todo lo que llevo dentro para hacerlos mejores porque tenemos un roster con mucho talento. Lucha Underground es Punk Rock.".